La comunicación, una competencia de éxito en ingeniería
El pasado mes de mayo, en el estadio Wanda Metropolitano, la Universidad Politécnica de Madrid celebró un evento de graduación para más de 15.000 egresados, que se habían visto privados del protocolo desde que en 2020 la pandemia hurtó a la sociedad el placer de celebrar, físicamente, acontecimientos de esta naturaleza.
El evento rezumaba una emoción largo tiempo contenida, por parte de muchos jóvenes que han sido capaces de superar intensos años de alta exigencia en una de las principales universidades científico- tecnológicas de Europa.
En paralelo, se celebraron varios actos de mención y entrega de premios. Tuvimos el placer de acudir a uno de ellos, organizado por la Escuela Técnica Superior de Ingeniería y Sistemas de Telecomunicación de la UPM, donde anualmente venimos colaborando en un concurso que prima la capacidad de poder comunicar, de forma sintética y gráfica (en un póster), los trabajos de fin de grado o de máster.
Saber estructurar el conocimiento al punto de poder explicarlo de forma efectiva resulta vital. Y en el mundo de la empresa, donde el diálogo lubrica el trabajo en equipo, la ideación e implantación de proyectos, o las negociaciones con clientes, expresarse con finura y propiedad es algo que todas las compañías aprecian, porque su descuido, como nos recordaba Antoine de Saint-Exupéry (inmortal autor de El Principito) deriva frecuentemente en uno de los grandes problemas de la humanidad: los malentendidos.
Pero, además, en la línea del gran filósofo griego Epicteto, comunicar bien requiere ordenar primero las ideas y, por supuesto, comprenderlas. Por ello es tan importante estimular en los jóvenes esta capacidad, de la que harán un amplio uso no sólo en sus trabajos sino en la propia vida.
Mejorando el lenguaje, además, se fortalece y muscula la mente, en una suerte de círculo virtuoso que ya sugiriera el genial Wittgenstein (no sólo filósofo sino también, por cierto, matemático y lingüista) y que facilita la capacidad de absorber conocimiento de manera más rápida y comprensiva.
En nuestro particular concurso, María Dolón Poza se hizo con el primer premio con su “Propuesta de un sistema inteligente que facilite el proceso de terapia en niños con TDAH”; y en Patricia Gómez Valiente recayó la segunda máxima puntuación del jurado, con su original proyecto: “A continuous monitoring, racking and management internet of things system for early cardiac arrhythmia detection”.
Les volvemos a dar desde aquí la enhorabuena, también al resto de participantes y, por supuesto, enhorabuena a la Universidad Politécnica de Madrid por cuidar estas iniciativas con un mimo, profesionalidad e ilusión que retratan vivamente su vocación por la creación de talento.